La vida es un camino lleno de alergias, y tristezas, de amor y desamor, pero principalmente de salud y enfermedad. Estos son los contrastes que hacen de vivir una sorpresa y cambios constantes, algunos de estos cambios pasajeros y otros que nos seguirán acompañando por largo tiempo e incluso para toda la vida sin siquiera pedirnos permiso para quedarse, este es el caso del dolor crónico.
El dolor cuando pierde su carácter protector y está presente por un
tiempo superior a 3 o 6 meses (Depende de la teoría) se convierte en dolor
CRÓNICO, instaurándose como una enfermedad por sí mismo el cual debe ser
tratado con idoneidad, respeto, voluntad de ayuda, pero principalmente y lo más
básico con credibilidad, “SI el paciente dice que le duele es porque le duele”.
El dolor crónico afecta la vida de la persona que lo padece, en todos
los aspectos de la misma, desde lo físico, moral, personal, familiar, laboral,
social y hasta de pareja, cambiando así la prospectiva de todo lo
preestablecido y teniendo que adaptarse a su nueva vida. Desarrollando para
algunos; cualidades ocultas o que creían que carecían, tal como la templanza y
adaptabilidad.
Es un compromiso del médico tratante ayudar al paciente con dolor
crónico de manera profesional abordando las diferentes dimensiones de
afectación y génesis del dolor, en muchas ocasiones apoyándonos en las
diferentes especialidades afines resaltando entre ellas las relacionadas con la
salud mental, psicología y psiquiatría, ya que el dolor persistente es capaz de
afectar la calidad de vida haciendo círculos viciosos que aumenta la sensación
dolorosa
Es por eso que el paciente más que deber “TIENE LA OBLIGACIÓN” de ser
partícipe activo de su recuperación y rehabilitación en todos los escenarios,
debe cambiar lo que lo enfermo y todo aquello que perpetúa la enfermedad,
hábitos de vida, alimentación, relaciones tóxicas interpersonales, etc.
Este texto es una invitación a identificar y a cambiar todo aquello que
nos enferma, sabiendo de antemano que los medicamentos son una ayuda de gran
importancia para curar y tratar la enfermedad, entre ellas el dolor, pero son
los cambios de vida los que nos ayuda para que esta mejoría sea más profunda y
se pueda perpetuar en el tiempo.
Cito una frase de Hipócrates 400 años antes de Cristo y que aún en
nuestros días, se adapta perfectamente.
“Antes de curar a alguien, pregúntale si está dispuesto a renunciar a
las cosas que lo enferman”.
Dr. Alberto Ramírez García

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